Drago de Gáldar

Agaldar, nombre aborigen de la sede del guanartemato del norte de la isla, sobre donde se reedificaría tras la conquista la actual ciudad de Gáldar, conserva ancestrales valores patrimoniales que logran conectarnos con las raíces aborígenes y las leyendas del imaginario cultural canario. Junto a la arbolada Plaza de Santiago, en el patio interior del antiguo ayuntamiento, actual Oficina de Turismo, un legendario drago sorprende por su encajado porte y nos cuenta historias ocultas en la piel de sus brazos que despuntan por encima del edificio. Plantado en el año 1718, poco más de medio siglo antes de que empezaran las obras de construcción del templo parroquial, este magnífico ejemplar destaca por ser el más antiguo de la isla, con unos 300 años. El ejemplar, todo un símbolo para Gáldar, muestra numerosos grabados y cicatrices para la extracción de su antiguamente apreciado jugo, la resina de drago. Es curiosa la historia de Dña. Catalina “la regañona”, una galdense de alta alcurnia que acabó en un convento del que salió tras fingir su propia muerte. Dña. Catalina se dedicó a ser yerbera bajo este drago, del cual extraía su savia.